Los recortes amenazan unos
programas que han demostrado su eficacia desde los ochenta
Alfonso Ramírez de Arellano es
vicepresidente de la Fundación Atenea.
Muchos representantes de sectores básicos del
Estado de bienestar están tratando de explicar por qué es tan peligroso
recortar los servicios sociales, la sanidad y la educación. Yo también lo voy a
intentar aprovechando que el sistema de atención a las drogodependencias tiene
que ver con los tres anteriores. Las drogodependencias son un problema social,
de salud y su prevención es básicamente una tarea educativa. Quisiera hacerlo
de manera sencilla, sin caer en el melodrama, ni en la guerra de cifras.
Lo primero que conviene decir, para
quien tenga la fortuna de no necesitar saberlo, es que nuestro sistema de
atención a las drogodependencias es un buen sistema. Es muy profesional, está
bien distribuido a lo largo el territorio nacional, en él confluyen especialidades
sanitarias y psicosociales (tiene un enfoque biopsicosocial quizá como ningún
otro servicio de nuestro país) y presta una atención de calidad a los pacientes
y a sus familias. Siendo de responsabilidad pública, ha sido capaz de crear un
sistema mixto en el que conviven recursos que gestiona directamente la
administración con otros que gestiona la iniciativa privada, fundamentalmente
ONG. Algo muy importante es que la gente que necesita ayuda y sus familias se
sienten bien acogidas y atendidas. Las encuestas de satisfacción de los
usuarios así lo atestiguan, pero también pueden preguntar a cualquiera que lo
haya necesitado.
Lo segundo tiene que ver con su origen
y probablemente con su futuro. El sistema público de atención a las
drogodependencias y adicciones es relativamente nuevo en nuestro país. Se
organizó a raíz de la enorme repercusión social que tuvo la epidemia de heroína
de finales de los setenta y primeros ochenta. El Plan Nacional sobre Drogas se
aprobó en 1985 y contó con el acuerdo explícito de todos los partidos políticos
representados en la Cámara. De esta época es importante destacar la eficacia
del consenso, pero también la relación entre “alarma social” y apuesta
política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario